viernes, 21 de diciembre de 2007

Programa defectuoso

No sé muy bien como abordar este tema...
Pero hay algo que tengo muy claro... sé por qué no sé cómo abordarlo...
Y es precisamente porque aunque quiero abordar el tema de una manera totalmente libre de tabúes y prejuicios, me es imposible, porque realmente en mi cerebro hay una serie de juicios que no han sido emitidos por mí, sino que ya estaban prejuzgados por unos viejos muy feos y me los instalaron en el cerebro en la más tierna infancia.

Dicho esto, solo comento:
Mirando hacia atrás, buscando respuestas para dilucidar confusiones internas personales, me ha parecido detectar una estrategia o un factor común en la educación de mis generaciones contiguas. Y he llegado a unas conclusiones bastante estúpidas desde el punto de vista que debería tener.
Tengo la sensación de que al nacer, la primera etapa de mi vida la guió la novedad que yo mismo suponía, para pasar posteriormente a dárseme rienda suelta hasta que aprenda bien a manejar mi cuerpo y despliegue del todo los sentidos.
Cuando esto ocurrió, se empezó a introducir mi programación. El sistema operativo con el que debería funcionar el resto de mi vida.
En la parte intensiva de esta carga de programa que tenía lugar en, clases de Religión, Iglesias, misas, etc., las palabras más oídas durante la descarga eran amor, paz, amistad...
Sin embargo cuando ya se me había descargado todo el programa, lo arranqué, lo puse en marcha y lo que comprendí directamente y a las claras fue:

¡Atención! Estás vigilado...
EL JEFE te está mirando, has hecho un pacto con él... acabas de comerte un sagrado trozo de su cuerpo.
Y no importa donde vayas... él está en todas partes.
Y si por tu falta de Fe, te despreocupas un poco del tema, los domingos vas a ir a contarle personalmente en la oscuridad a un señor muy mayor y muy feo, un resumen de tu comportamiento de esa semana.
A partir de ahora te vas a comportar según le parezca a ese señor.
Si lo que haces está bien... carece de importancia.
Si por el contrario lo que haces está mal según su criterio, te castigará y te pondrá una penitencia.

A lo largo de mi vida en las (no sé si muchas o pocas) relaciones que he tenido con el sector de profesionales de la programación humana (de distintas marcas de programas) he conocido gente que realmente creía estar haciendo el bien, y esa era su intención. Pero no comprendo cuál era la necesidad de imponerme un juez ajeno dentro de mí, cuando se me podría haber dejado desde el principio como mi propio juez. Y haber dedicado esa educación a adiestrarme como tal, de manera que cuando emitiera un veredicto propio sobre mi mismo, este sea un veredicto correcto.

Respecto a Dios, aquel que lo necesite, la idea más amable o deseable de un Dios, debería ser la que cada uno se forme. En vez de intentar todos asimilar un mismo Dios:

Varón en el otoño de su eternidad, blanco, rodeado de una paz ultravioleta y una eternidad vagando entre una divina y vacía claridad.
Alejado del rojo mal y de los sufrimientos físicos eternos que se supone que empezarían precisamente cuando perderíamos el físico.

El castigo lo veo claro, pero el premio ¿cuál es? ... ¿la ausencia del castigo? ...

Este tema está instalado en una parte tan profunda del cerebro, que seguro que habrá a quién le ofenda simplemente que se trate de este tema dudando de lo sensato de su existencia.
Por eso, como lo más lejano a mi intención es ofender a nadie, este tema simplemente lo abordo y sin ánimo de tirar la piedra y esconder la mano... hago mutis por el foro.